Cuando
nos encontramos en las
peores situaciones, la
historia siempre requiere
que un líder aparezca. Y en algunas ocasiones
ese líder nace en contra de su
propia voluntad. Pero cuando este acepta
su papel se convierte
en una luz que ilumina
y que con su sí vence las
tinieblas.
Hay
casos muy lamentables donde las
personas frente al miedo huyen o se dejan vencer, incluso pactan con ello.
Pero no se deben dejar
vencer cuando se sabe
que se está en lo correcto. No se
puede decir que si,
cuando se compromete la
voluntad y las virtudes;
y no se puede comprometer
aún más cuando tú sí, puede ser
la ruina de
otros.
Tales casos
nos marcan los grandes personajes de
la historia y algunos
parecen ser olvidados
cuando el miedo y la ruina desaparecen.
Pero nunca la
historia puede borrar
las páginas de lo
que ha sucedido.
Ricardo
Casanova tan sólo era un licenciado que se opuso
a Barrios, y castigado con la sotana, encontró en ella su vocación.
Así mientras la
Iglesia en Guatemala era
perseguida, él se alzaría
desde el púlpito de catedral
como sacerdote devoto, y como signo que siempre los
guatemaltecos portan, toma como bandera a la Inmaculada alzando
su voz contra las
fuerzas de las tinieblas y nombra a la Inmaculada como la Reina de la Paz y nuestra
libertadora.
Su
trabajo incansable y sus labores
dieron como fruto el que el Papa lo nombrara
arzobispo. Así vendría
a lograr ser el único, que
hasta este momento, posee el título que
muchos le han dado “El Grande”.
Porque su labor
le valió ser
perseguido por defender a Cristo y su Iglesia. Porque cuando ya
no podía más seguía
visitando y cuidando de sus ovejas.
Porque trabajando por el
Reino de Dios no descansó nunca y así como el mismo Jesucristo, Señor y Salvador
nuestro, murió en la cruz
por nuestra salvación; así este arzobispo
murió en el cumplimento de su
deber.
Su
muerte fue tan lamentable, en
diferentes lugares salieron a recibir el
féretro, llegando a Catedral Metropolitana, la gran Basílica
que tantas veces le
acogió y le sirvió de Sede Episcopal. Gran multitud
quiso despedirse de él, más la
lenta procesión y el corto recorrido
hacia las catacumbas,
solo permitió que muchos lo viesen de
lejos.
Muchos se llaman lideres porque
una pequeña porción les
sigue, otros se llaman así lideres porque inspiran temor y miedo y por
ello les siguen. Algunos
ejercen una fuerza
misteriosa sobre ellos, como sí sus opiniones
no fueran importantes, y no demostrando
su justicia inspiran a la ansiedad.
Más este arzobispo
no puede ser considerado así, durante
su destierro forzado, trabajo aún
más por
llevar el Evangelio, siendo muchas
veces recibido en otras tierras, con grandes pompas
y muestras de júbilo.
Las tinieblas
solo retroceden frente a la luz,
Monseñor Ricardo Casanova supo
muy bien desde un principio levantar en
alto la cruz de Cristo,
supo dejar un legado y como testamento para
toda esta República
de Guatemala la consagración al Corazón de Cristo. Y sabiendo que nunca
seremos abandonados pidió ser
enterrado bajo la que es
Madre de
este país. Recordando con este signo
que la Inmaculada es la Madre
de la Iglesia, la Patrona
Tutelar y la Emperatriz de
esta República.
Monseñor Ricardo Casanova, supo ganarse
el cariño de sus fieles,
y la historia con el paso del tiempo le
otorgo por su
gran labor el título de : “El
Grande”. Algunos se preguntaran que
cosa buena hizo,
otros no lo conocen e incluso muchos dirán que
fue solo un arzobispo más.
Pero eso
es desconocer su labor, y olvidar que su
trabajo fue la luz
que guío durante muchos años la Iglesia
en Guatemala. Con su energía incansable dio testimonio de que el bien debe
prevalecer contra el mal.
Que no se puede permitir
que otros nos
digan que está bien y que
está mal. Que las doctrinas
que Cristo nos dejó no son
simplemente un recuerdo bonito, sino nuestro fiel deseo de cumplir. Ninguno que se llame
cristiano puede olvidar como Cristo
venció a la muerte para
darnos con ello vida.
Monseñor Casanova, no fue
solo un simple arzobispo, supo
combinar sus estudios
de derecho, teología, arte, música y poesía. Fue
también un escritor que
dejo bellos legados. Para
algunos no fue un líder, sino un verdadero padre, y siendo padre supo ser
testimonio para otros, de tal
forma que su enseñanza
aún hoy puede seguir iluminando a
muchas generaciones más, el mismo fue
ejemplo que el gobierno no
debe educar a los hijos
de cada uno según este crea, sino que cada
familia debe de
educarlos según los
principios y valores que
ellos creen convenientes.
La
Iglesia defiende pues los valores
del Reino, y ha sido Monseñor Casanova quién con empeño los defendió aún sin ser sacerdote, luego como sacerdote y finalmente
como arzobispo. Muchos otros
arzobispos también lo han hecho, como
Mons. Rossell, o Piñol. El 10 de noviembre se
recuerda su natalicio,
y aunque siempre se
le vió muy flaco y enfermo fue un gran bastión para la comunidad
católica en Guatemala y la
Iglesia algún día dará su juicio, si
Dios lo permite se le verá
en los altares. Mientras tanto, debemos aguardar
a ese día, y tomar
su ejemplo para seguir
defendiendo los valores del Reino,
con la misma devoción al Corazón de
Jesús y a María Inmaculada.