Del Padre Juan Pablo y su imagen soñada


Mencionar  al padre Juan Pablo, trae  a  la mente  su  valioso  esfuerzo por   reconstruir  el templo de Santa Teresa;  por las  devociones  internas; por  el cariño de los  fieles.

En  la  antigua  secretaría  de la  rectoría  había  un cuadro con su  foto,  una imagen de la Inmaculada  adornada  con el escapulario  y  un crucifijo. Por  desconocimiento  de  la  gran labor  del  padre Juan Pablo,   el retrato  del  padre  fue removido  y el crucifijo modificado. De  tal forma  que  le  eliminaron la  cruz para  ponerlo sobre   tela  roja   dentro de  un marco.

El padre Juan Pablo  ha  quedado  grabado  en la  historia  de la  rectoría, por  su celo  apostólico,  pero  también  por  haber  escrito de  Mons. Marroquín, la Inmaculada Pasionaria,  la  Madre  de los Pobres y Nuestra  Señora de los Reyes, la Inmaculada  Concepción.


Algunos  fieles  aún recuerdan  el  gran  sueño del padre por  lograr  que  en el Altar  Mayor  se  encontrará  una  imagen  de la Virgen del Carmen  de  oro.  Y  es  por  eso  que  la  Virgen  que  preside  el Altar  se  le pusó estofe  y se arreglo  para   recordar   la labor  del padre.

Años  después  don Oswaldo Aquino recordará  los  diferentes  sucesos  que  tuvo  la imagen con el  terremoto  de  1976.  Siendo la imagen del siglo  XVIII,  no es la  antigua  imagen de la Virgen traída  de Lima  por  don Bernardino Obando, que  desapareció  por las  causas  de la  naturaleza. 

La  devoción a  la Virgen del Carmen,  fue  promovida por  la cofradía. Durante  mucho tiempo la  presidió  doña Tere  del Valle.  Ella  hizo  de la  festividad  de la Virgen del Carmen  una  actividad  muy familiar  y devota.  Y  si  bien su  labor  es  poco  conocida,  fue  una  de las  etapas  mejor  recordadas  de la  cofradía,  donde  lo que  inspiraba  era  la  devoción.  Pero  eso era  posible   gracias  a  que  en el  templo todos  eran un gran  equipo,  donde  don Oswaldo, las padres “Josés”   ayudaban unos  a  otros.  


Y esa  contribución fue  gracias  al Padre Juan Pablo, quién desde  muchos  años  atrás dio testimonio  de  vida,  de  entrega por  su  feligresía, por  el templo y sus  devociones.  Tal vez  ya  no  preside  su  foto  en la  secretaría  de  la rectoría  de Santa Teresa, pero  que  sea  este  ensayo  un breve  homenaje  a  su memoria.