La Calle
Real, hoy sexta avenida
ha sido durante muchos años
admirada por sus
edificios que la rodean, por
los paseos que muchos
realizan y por las compras.
Pocos sabrán que sirvió
de enlace para diferentes protestas.
Hoy recordaremos
dos: la de la
Salve Regina y la
de los jesuitas.
En
primer lugar asociamos
la sexta con el monumental
templo de San Francisco, hoy un
poco más
pequeño de lo que antaño
era, víctima de los
terremotos; lugar de
encuentro para muchos. Allí
se encuentra la
imagen de la
Inmaculada Concepción, obra escultórica
de
finales del siglo XVI,
aunque con modificaciones muy severas,
que apenas permiten revelar su antigüedad, si no
fuera por algunos documentos
que la mencionan como de esos
años.
Pues bien, cuando
fue la rebelión de los montañeses,
1839, entraron por esa
calle. Con el canto de la Salve
Regina, y luces para
dar gracias por
su victoria a la Inmaculada. Prueba de esa devoción de Carrera por la Inmaculada es
la acción de gracias
hecha después del
triunfo de la batalla de la Arada
en el Templo de San
Francisco, y el estipendio enviado para el templo y
fiestas de concepción de
este lugar.
En 1871 fueron expulsados los padres jesuitas, los
católicos intentaron muchas veces
cambiar la postura anticlerical del gobierno,
pero no pudieron. Una de
esas manifestaciones fue
la procesión de velas, o manifestación en favor de los
jesuitas. Fue realizada
en la noche enlazando
el templo franciscano, la calle Real
y el parque central.
De este modo
también el rezado pequeño, o procesión de velas
a la Inmaculada de San
Francisco pueden recordar aquellos
dos momentos, no
fue en balde
que un sacerdote
católico la llamara: “Libertadora”.