1. Consagración
al Sagrado Corazón
Escrita por
Santa María de Alacoque:
"Yo,
__________, me doy y consagro al Sagrado Corazón de Nuestro Señor Jesucristo,
mi persona y mi vida, mis oraciones, penas y sufrimientos, para no querer
servirme de ninguna parte de mi ser sino para honrarlo, amarlo y glorificarlo.
Es mi voluntad irrevocable ser toda de Él y hacer todo por su amor, renunciando
de todo corazón a todo lo que pueda disgustarle.
Yo os tomo,
pues, Oh Sagrado Corazón, por el único objeto de mi amor, el protector de mi
vida, la seguridad de mi salvación, el remedio de mi fragilidad y de mi
inconstancia, el reparador de todos los defectos de mi vida, y mi asilo en la
hora de mi muerte.
Sed, por
tanto, ¡Oh Corazón de bondad! mi justificación para con Dios vuestro Padre, y
alejad de mi los rayos de su justa cólera. ¡Oh Corazón de amor! yo pongo toda
mi confianza en vos, pues todo lo temo de mi malicia y de mi debilidad, pero
todo espero de vuestra bondad. ¡Extinguid pues en mí todo lo que os pueda desagradar
o resistir! Que vuestro puro amor os imprima con tanta presteza en mi corazón
que no pueda jamás olvidaros, ni estar separada de vos, a quien conjuro, por
todas vuestras bondades, que mi nombre sea escrito en vos, pues yo quiero hacer
construir mi gloria en vivir y morir en calidad de esclava vuestra. Amen".
2. La
oración de Consagración al Sagrado Corazón de Jesús del Beato Bernardo de Hoyos
El beato
Bernardo de Hoyos escribió en 1733 una oración para consagrarse al Sagrado
Corazón de Jesús. Lo hizo en latín y la tradujo al castellano el Padre Juan de
Loyola:
"¡Oh
Corazón de mi amantísimo Jesús! ¡Corazón dignísimo de toda mi adoración y amor!
Yo__________, inflamado en el deseo de compensar y borrar tantas y tan graves
injurias cometidas contra vos, y para huir, cuanto está de mi parte, el vicio
de ingrato, os entrego y consagro del todo mi corazón con todos sus afectos, y
a mí mismo con todo cuanto soy enteramente. Protesto que es mi deseo puro y
sincero olvidarme del todo desde esta hora y momento de mí mismo y de todas mis
cosas, para que, quitados todos los impedimentos, pueda entrar en vuestro
sacrosanto Corazón, que con singular misericordia me habéis abierto, y habitar
en él vivo y muerto con vuestros fieles siervos".
3.
Consagración al Sagrado Corazón de
Jesús, en sus dolores
internos
¡Amable
Jesús mío! Como testimonio de mi amor,
y en reparación de mis
infidelidades que causan tus
dolores internos, yo___________________ te
doy mi corazón y me
consagro a ti. Y
propongo con tu gracia no ofenderte
más.
4.
Consagración al Sagrado Corazón de Jesús de San Juan Pablo II
Señor
Jesucristo, Redentor del género humano, nos dirigimos a tu Sacratísimo Corazón
con humildad y confianza, con reverencia y esperanza, con profundo deseo de
darte gloria, honor y alabanza. Señor Jesucristo, Salvador del mundo, te damos
las gracias por todo lo que eres y todo lo que haces. Señor Jesucristo, Hijo de
Dios Vivo, te alabamos por el amor que has revelado a través de Tu Sagrado
Corazón, que fue traspasado por nosotros y ha llegado a ser fuente de nuestra
alegría, manantial de nuestra vida eterna. Reunidos juntos en Tu nombre, que
está por encima de todo nombre, nos consagramos a tu Sacratísimo Corazón, en el
cual habita la plenitud de la verdad y la caridad. Al consagrarnos a Ti, los
fieles (persona o de lugar) renovamos nuestro deseo de corresponder con amor a
la rica efusión de tu misericordioso y pleno amor. Señor Jesucristo, Rey de
Amor y Príncipe de la Paz, reina en nuestros corazones y en nuestros hogares.
Vence todos los poderes del maligno y llévanos a participar en la victoria de
tu Sagrado Corazón. ¡Que todos proclamemos y demos gloria a Ti, al Padre y al
Espíritu Santo, único Dios que vive y reina por los siglos de los siglos! Amén.
5. Acto de
confianza:
¡Oh Corazón
de Jesús! Pongo toda mi confianza en Ti. De mi debilidad todo lo temo, pero
todo lo espero de tu bondad. A tu Corazón confío... (petición). ¡Jesús mío!, yo
cuento contigo, me fío de Ti, descanso en Ti. ¡Estoy seguro en tu Corazón!
6.
Consagración al Sagrado Corazón de Jesús por León XIII
Míranos
humildemente postrados ante tu altar. Tuyos somos. Tuyos queremos ser. Y para
poder estar más íntimamente unidos contigo, cada uno de nosotros se consagra
hoy libremente a tu sagrado Corazón.
Muchos, es verdad, nunca te han conocido.
Muchos, despreciando tus mandamientos, te han abandonado. Oh Jesús
ilimitadamente bueno, compadécete de los unos y de los otros y atráelos a tu
Corazón santísimo.
Oh, Señor,
sé rey no sólo de los hijos fieles que jamás se han alejado de Ti, sino también
de los pródigos que te han abandonado; haz que vuelvan pronto a la casa paterna
para que no perezcan de miseria y de hambre.
Sé rey de
aquellos que por seducción del error o por espíritu de discordia viven separados
de Ti; devuélvelos al puerto de la verdad y a la unidad de la fe, para que en
breve se forme un solo rebaño bajo un solo Pastor.
Sé rey de
los que permanecen todavía envueltos en las tinieblas de la idolatría o del
islamismo; dígnate atraerlos a todos a la luz de tu reino.
Mira,
finalmente, con ojos de misericordia a los hijos de aquel pueblo que en otro
tiempo fue tu predilecto; descienda también ahora sobre ellos como bautismo de
redención y de vida la sangre que un día sobre sí reclamaron.
Concede, oh Señor, segura e intacta libertad
a tu Iglesia; otorga a todos los pueblos la tranquilidad en medio del orden;
haz que del uno al otro confín de la tierra no resuene sino esta voz: ¡Alabado
sea el Corazón divino, causa de nuestra salvación! ¡A Él la gloria y el honor
por los siglos! Amén.
7.
Oración por Pío XI
Dulcísimo
Jesús, cuya caridad derramada sobre los hombres se paga tan ingratamente con el
olvido, el desdén y el desprecio, míranos aquí postrados ante tu altar.
Queremos reparar con especiales manifestaciones de honor tan indigna frialdad y
las injurias con las que en todas partes es herido por los hombres tu amoroso
Corazón.
Recordando,
sin embargo, que también nosotros nos hemos manchado tantas veces con el mal, y
sintiendo ahora vivísimo dolor, imploramos ante todo tu misericordia para
nosotros, dispuestos a reparar con voluntaria expiación no sólo los pecados que
cometimos nosotros mismos, sino también los de aquellos que, perdidos y
alejados del camino de la salud, rehúsan seguirte como pastor y guía,
obstinándose en su infidelidad, y han sacudido el yugo suavísimo de tu ley,
pisoteando las promesas del bautismo.
Al mismo
tiempo que queremos expiar todo el cúmulo de tan deplorables crímenes, nos
proponemos reparar cada uno de ellos en particular: la inmodestia y las
torpezas de la vida y del vestido, las insidias que la corrupción tiende a las
almas inocentes, la profanación de los días festivos, las miserables injurias
dirigidas contra ti y contra tus santos, los insultos lanzados contra tu
Vicario y el orden sacerdotal, las negligencias y los horribles sacrilegios con
que se profana el mismo Sacramento del amor divino y, en fin, las culpas
públicas de las naciones que menosprecian los derechos y el magisterio de la Iglesia
por ti fundada.
¡Ojalá que
podamos nosotros lavar con nuestra sangre estos crímenes! Entre tanto, como
reparación del honor divino conculcado, te presentamos, acompañándola con las
expiaciones de tu Madre la Virgen, de todos los santos y de los fieles
piadosos, aquella satisfacción que tú mismo ofrecisté un día en la cruz al
Padre, y que renuevas todos los días en los altares. Te prometemos con todo el
corazón compensar en cuanto esté de nuestra parte, y con el auxilio de tu
gracia, los pecados cometidos por nosotros y por los demás: la indiferencia a
tan grande amor con la firmeza de la fe, la inocencia de la vida, la
observancia perfecta de la ley evangélica, especialmente de la caridad, e
impedir además con todas nuestras fuerzas las injurias contra ti, y atraer a cuantos
podamos a tu seguimiento. Acepta, te rogamos, benignísimo Jesús, por
intercesión de la Bienaventurada Virgen María Reparadora, el voluntario
ofrecimiento de expiación; y con el gran don de la perseverancia, consérvanos
fidelísimos hasta la muerte en el culto y servicio a ti, para que lleguemos
todos un día a la patria donde tú con el Padre y con el Espíritu Santo vives y
reinas por los siglos de los siglos. Amén.
8. Oración
aprobada por San Pío X
¡Oh
Sacratísimo Corazón de Jesús!, Tú manifestaste a santa Margarita María el deseo
de reinar sobre las familias cristianas; venimos a proclamar tu absoluto
dominio sobre la nuestra. De hoy en adelante queremos vivir en tu vida,
queremos que en nuestra familia florezcan las virtudes por las cuales
prometiste la paz en la tierra, y queremos desterrar de nosotros el espíritu
mundano. Tú has de reinar en nuestros entendimientos por la sencillez de
nuestra fe, y en nuestros corazones por el amor que arderá para Ti solo,
procurando nosotros mantener viva esta llama con la frecuente recepción de la
Eucaristía.
Dígnate, oh
Corazón Divino, presidir nuestras reuniones, bendecir nuestras empresas
espirituales y temporales, apartar de nosotros los vanos cuidados, santificar
nuestras alegrías, consolar nuestras penas. Si alguna vez alguien de entre
nosotros tuviese la desgracia de ofenderte, recuérdale oh Corazón de Jesús, que
eres bueno y misericordioso con los pecadores arrepentidos.
Y cuando
suene la hora de la separación, cuando venga la muerte a traer duelo en medio
de nosotros, todos, así los que se vayan como los que se queden, estaremos
conformes con tus eternos decretos. Nos consolaremos pensando que ha de venir
un día en que toda la familia reunida en el cielo, podrá cantar eternamente tus
glorias y tus beneficios.
Dígnese el
Corazón Inmaculado de María, dígnese el glorioso Patriarca san José presentarte
esta consagración y recordárnosla todos los días de nuestra vida. Amén.
9. Oración
Sagrado
Corazón de Jesús, que manifestaste a Santa Margarita María el deseo de reinar
en las familias cristianas, hoy queremos reconocer públicamente Tu dominio absoluto
sobre nuestra familia.
Deseamos,
de ahora en adelante, vivir con Tu vida; deseamos dejar que esas virtudes se arraiguen
y prosperen entre nosotros, por medio de las cuales Tú has prometido la paz
aquí abajo; desterraremos lejos de nosotros ese espíritu del mundo que Tú
maldijiste
Gobierna,
por lo tanto, sobre nuestras mentes a través de la simplicidad de nuestra fe y
sobre nuestros corazones a través del amor genuino con el cual arderán por Ti,
cuya llama se mantendrá viva a través de la frecuente recepción de la Divina
Eucaristía
¡Dígnate,
oh Divino Corazón, presidir nuestras asambleas, bendecir nuestras empresas
espirituales y temporales, disipar nuestras preocupaciones, santificar nuestras
alegrías y aliviar nuestros sufrimientos.
Si alguno
de nosotros tuviera en algún momento la desgracia de afligirte, recuérdale, oh
Corazón de Jesús, que eres bueno y misericordioso con el pecador penitente.
Y cuando
llegue la hora de la separación, cuando venga la muerte a echar la tristeza en
medio de nosotros, haremos todo, tanto los que se van como los que se quedan,
para estar resignados a tus decretos eternos.
Nos
consolaremos con el pensamiento de que llegará un día en que toda la familia,
reunida en el Cielo, podrá cantar para siempre Tu gloria y Tu misericordia.
Que el
Inmaculado Corazón de María y el glorioso Patriarca San José te presenten esta
consagración y la mantengan en nuestras mentes todos los días de nuestra vida.
Toda la
gloria al Corazón de Jesús, nuestro Rey y Padre
Amén.
10. Oración
al Sagrado Corazón de Jesús:
¡Oh Sagrado
Corazón de Jesús! Te adoro con toda mi alma y te consagro para siempre jamás,
todos mis pensamientos, mis palabras y obras.
¡Ojalá
pudiera, oh divino Corazón, consagrarte tantas adoraciones, tanto amor y tanta
gloria como Tú consagras a tu eterno Padre! Sé el reparador de mis defectos, el
protector de mi vida y mi amparo en la hora de mi muerte. Esta gracia te la
pido también para los pobres pecadores, los corazones afligidos, los enfermos y
los agonizantes; para mis parientes y bienhechores, amigos y enemigos; por las
personas que se encomiendan a mis oraciones, especialmente por aquellas por
quien tengo obligación de pedir y, en fin, para todos los hombres que existen
en la tierra, a fin de que los méritos de tu preciosa Sangre no se pierdan para
ellos. Haz también que sean aplicados en sufragio por las almas del Purgatorio,
para que todos en el Cielo podamos bendecirte, adorarte y amarte. Amén.
11. Alabanza
al Sagrado Corazón de Jesús
¡Alabado
sea el sagrado Corazón de Jesús en el santísimo sacramento del Altar! ¡Sea por
siempre bendito y alabado! ¡Sagrado Corazón de Jesús, en Vos confío! Confío: El
pasado a vuestra Misericordia,
El presente
a vuestro Amor Y el futuro a vuestra Providencia.
12.
Petición de ayuda con esta devoción
Acordaos
¡oh Sagrado Corazón de Jesús! de todo lo que habéis hecho por salvarnos.
Acordaos del eterno e inmenso amor que habéis tenido por todos los hombres; que
tu Corazón acoja a los que a ti acuden y se conmueva ante nuestras debilidades.
Llenos de confianza y amor, venimos a tu Corazón, como el corazón del mejor de
los padres, del más fiel y bueno de los amigos. Recíbenos, ¡oh Corazón sagrado!
en tu infinita ternura; haznos sentir los efectos de tu amor; se nuestro apoyo,
nuestro mediador ante nuestro Padre, y concédenos la fuerza en nuestra
debilidad, consuelo en nuestras penas, y la gracia de amarte en el tiempo y de
poseerte en la eternidad. Corazón de Jesús, acudo a Ti porque eres mi refugio,
mi esperanza; el remedio de todos mis males, el alivio de mis miserias, la
reparación de todas mis faltas, la seguridad de todas mis peticiones, la fuente
inagotable para mí, y para todos la luz, fuerza, constancia, paz y bendición.
Estoy seguro que no te cansarás de mí y que no cesarás de amarme, protegerme y
ayudarme, porque me amáis con un amor infinito. Ten piedad de mí, según tu gran
misericordia, y haz de mí, por mí, y en mí todo lo que quieras, porque yo me
abandono a tu Corazón con la entera confianza de que no me abandonarás jamás.
Así sea.
13. Oración
al Sagrado Corazón de Jesús para una grave necesidad
Oh Divino Jesús que dijiste: "Pedid y
recibiréis; buscad y encontraréis; llamad y se os abrirá; porque todo el que
pide recibe, y el que busca encuentra, y a quien llama se le abre". Mírame
postrado a tus plantas suplicándote me concedas una audiencia. Tus palabras me
infunden confianza, sobre todo ahora que necesito que me hagas un favor: (se
pide con mucha humildad lo que se necesita).
¿A quién he
de pedir, sino a Ti, cuyo Corazón es un manantial inagotable de todas las
gracias y dones? ¿Dónde he de buscar sino en el tesoro de tu corazón, que
contiene todas las riquezas de la clemencia y generosidad divinas? ¿A dónde he
de llamar sino a la puerta de ese Corazón Sagrado, a través del cual Dios viene
a nosotros, y por medio del cual vamos a Dios? A Ti acudimos, oh Corazón de
Jesús, porque en Ti encontramos consuelo, cuando afligidos y perseguidos pedimos
protección; cuando abrumados por el peso de nuestra cruz, buscamos ayuda;
cuando la angustia, la enfermedad, la pobreza o el fracaso nos impulsan a
buscar una fuerza superior a las fuerzas humanas. Creo firmemente que puedes
concederme la gracia que imploro, porque tu Misericordia no tiene límites y
confío en que tu Corazón compasivo encontrará en mis miserias, en mis
tribulaciones y en mis angustias, un motivo más para oír mi petición.
Quiero que
mi corazón esté lleno de la confianza con que oró el centurión romano en favor
de su criado; de la confianza con que oraron las hermanas de Lázaro, los
leprosos, los ciegos, los paralíticos que se acercaban a Ti porque sabían que
tus oídos y tu Corazón estaban siempre abiertos para oír y remediar sus males.
Sin embargo... dejo en tus manos mi petición, sabiendo que Tú sabes las cosas
mejor que yo; y que, si no me concedes esta gracia que te pido, sí me darás en
cambio otra que mucho necesita mi alma; y me concederás mirar las cosas, mi
situación, mis problemas, mi vida entera, desde otro ángulo, con más espíritu
de fe. Cualquiera que sea tu decisión, nunca dejaré de amarte, adorarte y
servirte, oh buen Jesús. Acepta este acto mío de perfecta adoración y sumisión
a lo que decrete tu Corazón misericordioso. Amén.
Al concluir
se reza: "Padre Nuestro, Ave María y Gloria". Después, se repite 3
veces: "Sagrado Corazón de Jesús, en Vos confío".
14. Oración de
consagración al Corazón de Jesús
por Benedicto XVI, a los jóvenes
Señor
Jesucristo, Hermano, Amigo y Redentor del hombre, mira con amor a los jóvenes
aquí reunidos y abre para ellos la fuente eterna de tu misericordia que mana de
tu Corazón abierto en la Cruz.
Dóciles a
tu llamada, han venido para estar contigo y adorarte.
Con
ardiente plegaria los consagro a tu Corazón para que, arraigados y edificados
en ti, sean siempre tuyos, en la vida y en la muerte.
¡Que jamás
se aparten de ti! Otórgales un corazón semejante al tuyo, manso y humilde, para
que escuchen siempre tu voz y tus mandatos, cumplan tu voluntad y sean en medio
del mundo alabanza de tu gloria, de modo que los hombres, contemplando sus
obras, den gloria al Padre con quien vives, feliz para siempre, en la unidad
del Espíritu Santo por los siglos de los siglos.
Amén.