Jesús ha querido aparecerse luego de su resurrección a sus amigos. Después de Santa María Magdalena, lo han visto Santiago, los 12 y también San Pablo. Pero en cada siglo Él ha querido recordar su amor por nosotros. Es por ello que en 1857 se apareció a Madre Encarnación.
En la noche del Jueves Santo de 1857, estando en oración a las dos de la mañana, escuchó, Madre Encarnación, una voz interior que le decía: “Los hombres no celebran los dolores de mi Corazón”. Estas palabras parecía que con un buril o diamante y se le grababan en el alma. Como le causaron tanta admiración, dio cuenta de ellas a sus directores espirituales, los cuales no hicieron mucho caso por entonces. Pasados algunos días, acabando de comulgar oyó la misma voz: “Los hombres no celebran los dolores de mi Corazón”.
LAS APARICIONES EN GUATEMALA
En la noche del Jueves Santo de 1857, estando en oración a las dos de la mañana, escuchó, Madre Encarnación, una voz interior que le decía: “Los hombres no celebran los dolores de mi Corazón”. Estas palabras parecía que con un buril o diamante y se le grababan en el alma. Como le causaron tanta admiración, dio cuenta de ellas a sus directores espirituales, los cuales no hicieron mucho caso por entonces. Pasados algunos días, acabando de comulgar oyó la misma voz: “Los hombres no celebran los dolores de mi Corazón”.
Como estas palabras le sumergían en
el abismo de su miseria, le dijo al Señor: “Dios mío, si quieres que los
dolores de tu amante Corazón se
celebren, como yo soy incapaz de promover esta devoción, ¿por qué no te
vales de una religiosa teresa, capuchina o catalina?”. Dijo el Señor: “Porque
he puesto en ti mis ojos, atendiendo a tu gran miseria”. Con esto sentí tal
amor a mi Jesús que quedé bañada en dulce llanto…
Con su sencillez y claridad de siempre
para realizar cuanto antes lo que había prometido a Jesús, fue la Madre a
referir punto por punto a su confesor y directores o guías todo lo que le
estaba sucediendo.
Mons. Piñol le dio licencia; el P. Taboada
le dijo: haga lo que su confesor le permita; el P. Miguel Muñoz, le respondió:
- Es bueno que comience. Si ello es de
Dios, por sí solo se irá haciendo.
Así de respaldada empezó a pedir limosnas
para organizar una función en honor de los dolores del corazón de Jesús el próximo 25 de agosto.
Fue más arriba, como debería ser: Solicitó licencia del señor Arzobispo, que le
dio primero de palabra y luego por escrito y la amplió para los días 25 de cada
mes. El 25 – pensaba la Madre- fue el día de la encarnación, del nacimiento y
de la muerte de Jesús…
Entonces algunos recogieron la narración en breve, de la
aparición solemne de Jesús a la
Madre, que fue posterior
a las primeras locuciones.
Una noche que sufría el insomnio que
produce el amor divino cuando el alma recibe grandes consuelos, o, por el
contrario, sufre penas, pavor y tristeza; en esa noche, de repente, vi aparecer
ante mi vista una luz clarísima, no como la del sol, sino blanquísima y suave,
pues no ofendía la vista. En medio de esta apacible luz, se me presentó Nuestro
Señor Jesucristo, derramando sangre de todos sus poros, y con melifluo acento,
mientras me descubría su amante Corazón, traspasado con diez dardos que
sobremanera le herían y oprimían, me dijo: “Estos diez dardos me traspasan,
porque los hombres quebrantan los diez mandamientos de mi santa Ley”.
Quedé como en éxtasis y comprendí
estos diez dolores del modo siguiente:
1°. Sufría por ver a su Padre
gravemente ofendido por los pecadores, que por amar a las criaturas no le aman
á El, que es la única fuente de felicidad.
2°. Por las herejías que se propagan
por todo el mundo.
3°. La apostasía de tantos malos
cristianos.
4°. El olvido y desprecio que los
hombres hacen de sus beneficios.
5°. El desprecio de sus gracias y
sacramentos.
6°. Por la poca o ninguna memoria
que se tiene de su acerba pasión y muerte.
7°. La frialdad e indiferencia de
los que se dicen sus amigos.
Estos siete dardos circundaban las
extremidades del divino Corazón; los tres siguientes el centro:
8°. Los escándalos y sacrilegios de
los malos sacerdotes.
9°. El violar los votos las esposas
de Cristo.
10°. La persecución de los justos.
Posteriormente Jesús le habló para pedirle que está
devoción fuese universal. Las
monjas comentaron que la
hermana campanera, pensando
que había olvidado su deber, y que ya
todas estaban en capilla, salió y
al ver a la Madre Encarnación sola en éxtasis, regreso a
llamar a su compañera y en silencio
contemplaron, la capilla iluminada mientras ella observaba. Ellas reconocieron que pasaba
algo y luego que la Madre empezara
luego con esta devoción
comprendieron lo que había pasado.