En los nacimientos
guatemaltecos se tiene la costumbre
de colocar al Niño Jesús
de diferentes formas. Ya
que a través de
esto poder enseñar y recordar
los diferentes acontecimientos de la infancia
del Niño.
EL PESEBRE
La costumbre
de realizar el Belén, nacimiento o pesebre se remonta a la época
de san Francisco de Asís, y vino a
Guatemala a través de la
evangelización. Durante los siglos
el nacimiento ha ido
variando de acuerdo al pensamiento. Así pues
la rectoría de Santa Teresa tenía por
costumbre ir variando la escena
del nacimiento desde la adoración de los pastores hasta la huida a
Egipto; pero también se
podía ver otras escenas propias de la costumbres de una
familia. Pero esto no es exclusivo,
también las casas particulares
hacían esto e incluso
algunos aún lo hacen.
Para la
mayoría esto se ha ido
minimizando, con tal de no arruinar
sus imágenes o bien
por otras circunstancias. Algunos lo que hacen es colocar a los
magos de oriente lejos del pesebre y cada
día moverlos hasta que
estén enfrente del Niño,
cosa que
debe pasar el 6 de enero
y posteriormente van regresando a
su posición original. Así los magos
recorren el Belén desde el
25 de
diciembre hasta el 6
de enero y luego de “adorar”
al Niño regresan a su posición
original el 2 de febrero.
Esto
coincide con lo que todos realizan el
“vestir” al Niño Jesús y el “sentarlo”. Esta
tradición es propia de las
familias y es un elemento que quiere
resaltar la fe y el cariño
de las
personas por Jesús. Si bien
es una representación el vestir
al Niño significa que
le queremos otorgar nuestro corazón. Así como Él se hizo
hombre y estuvo desnudo, nosotros
le vestimos para recordar
que estamos con Él. Esto se hace
el 1 de enero.
Coincide con la fiesta
de Santa María Madre de
Dios, las lecturas
recuerdan en la Misa la presentación de Jesús en el
templo a los ocho días.
Por ello
visten al Niño, para que este lo más
presentable, como sí la Virgen lo
llevara acostado y arreglado hasta
la Casa de Dios. Al igual
que vestimos al Niño, es necesario que
nosotros nos revistamos de la
gracia. Así como el ropaje llega a
significar algo. Siempre
los colores en los
santos han sido utilizados por los
artistas para representar las
virtudes que ellos más utilizaron
y las que muestran lo que debemos imitarle. Así al Niño se le viste
de diferentes colores para
que nosotros al verlo trabajemos por una de
estas. Verde la
esperanza, blanco la fe o
la pureza, rojo la caridad;
Jesús es el Camino
que nos muestra
la perfección de todas las
gracias y el revestirlo en esos
colores nos ayuda
a comprender también la
grandeza de su amor.
En la actualidad
se pide que el
Niño sea revestido con trajes que recuerden lo que es. Evitando todo
tipo de superstición y de suplantación. Por ello no es
correcto vestirlo de San Judas Tadeo, San Benito, porque Él es
más grande que
ellos. Porque sin Cristo
la vida de los santos
no hubiera tenido sentido. En Cristo
todo cobra sentido y esplendor.
Las órdenes religiosas
lo visten con sus hábitos
para recordar que el Señor
es el dueño de sus
vidas y de su comunidad.
También
se puede
ver en los nacimientos
que el 6 de
enero el Niño Jesús se sienta, esto
tiene como significado el
mostrarlo. Al sentar la efigie, es
como si dijeran: Cristo se ha
manifestado como un pequeño niño a todos, pues
todos ahora pueden verlo, no
acostado sino mostrándose como
es. Es una alegoría
de la manifestación de Jesús. Aunque la mayoría empieza a
quitar el nacimiento después del
6 y ahora lo sientan el 1 de enero.
Pocos conservan aún un Jesús bebe y otro Niño Jesús crecido, como si tuviera 5
o 6 años. Y lo
colocan en vez del bebito casi
siempre en el 14 de enero (antigua fiesta
del Niño perdido) o bien el 1 de
enero (antiguo día del Santo Nombre
de Jesús) pero esto depende mucho de la
costumbre del lugar
y ha cambiado notablemente desde
que la liturgia en la Iglesia quita
el pesebre el 6 de enero.