Las fiestas
que durante el año se
celebran a veces las
unimos con todo nuestro cariño a
las celebraciones del cielo. Así sucede con el mes
de mayo, que se recuerda
a la madre. Pues los
cristianos cumpliendo el precepto
de recibir a la
Virgen en nuestra casa como Madre, se le honra durante
ese mes.
LA INMACULADA Y SAN GERARDO
Los santos
también han querido mostrar
ese cariño maternal a la
Inmaculada. Así cuando San Gerardo de
Mayela contaba con 17
años fue a la Catedral un
tercer domingo del mes de
mayo. Allí se
encontraba expuesta en una
hermosa anda la imagen de
la Inmaculada Concepción. Ya
estaban a punto de sacarla cuando San Gerardo, prendido de la
belleza de la
Virgen, elevo sus suplicas
al cielo y luego quitándose un anillo que
llevaba en el dedo, se dispuso a
acercarse a la imagen de la Inmaculada.
Colocando el
anillo en uno de los dedos de Nuestra Señora, le dijo con un tono solemne,
de tal manera que lo oyeran:
“Ya no pertenezco a mí,
soy de María y a
Ella le consagro irrevocablemente mi
pureza virginal.” Y en efecto la
Emperatriz aceptó esa ofrenda
y le ayudo para que pudiera
guardar su cuerpo y mente. De tal
manera que cuando
murió no se le podía
achacar el pecado de la impureza,
porque en cada mujer que él
veía se
recordaba de la Inmaculada
y con todo el respeto que se
merece la Emperatriz
las trataba.
PATRONO DE MUJERES EMBARAZADAS Y NIÑOS
De San
Gerardo de Mayela se cuenta
diferentes anécdotas,
milagros bilocaciones. Pero es muy
conocido por su patronazgo sobre las
mujeres embarazadas y los
niños. Una vez el santo dejo caer su pañuelo y una niña
lo recogió. No lo acepto y dejo que
lo conservara diciendo que
más tarde le serviría.
Así cuando pasaron los años y ella
iba a dar a
luz un niño enfermo, en un parto
complicado. Se acordó del pañuelo, lo pidió
y se lo puso sobre
el vientre y los dolores
cesaron y el niño nació sano.
Para asombro del doctor que
estaba en la sala y que había diagnosticado tal situación.
Otra vez
San Gerardo estaba con unos niños, que
tanto les gustaba oír sus
cuentos e historias, y uno de
ellos se cayó
de una gran altura de tal
manera, que el padre de
este creyó que había muerto.
Pero el santo lo tranquilizo y le
dijo que no había pasado
nada. Le hizo la
señal de la cruz y abrió los
ojos como si nada hubiera
pasado.
Sea este
santo un continuo intercesor por la
vida de los niños
que no han nacido y por los que ya han nacido.