Monseñor Ricardo Casanova y Estrada, el Grande, fue un arzobispo de Guatemala. Fue abogado, músico y poeta. Se convirtió en sacerdote luego de defender a los padres hijos de San Felipe Nery, ya que en esa epóca estaban en persecucción contra la Iglesia Católica.
El castigo fue vestirlo de sotana, y pasearlo con ella, pero Ricardo se dió cuenta de que esa era su misión. Entró al seminario y fue ordenado sacerdote, a pesar de que seguía la persecucción, él defendía a la Iglesia. Por ello se conserva tan bella oración que reproducimos a continuación, que él aún siendo sacerdote le dijo a la Inmaculada de los franciscanos. Posteriormente será nombrado arzobispo y será desterrado. Pero logra regresar y muere mientras hace una de sus visitas pastorales.
Se destacó por su amor al Corazón de Jesús, a quién consagró este país, a la Inmaculada. Gracias a su trabajo logró incluir a algunas iglesias dentro de las Basílicas Mayores.
ORACIÓN DE MONSEÑOR RICARDO CASANOVA, EL GRANDE
“¡Gloria a María por su Concepción
Inmaculada! ¡Gloria a la doncella bendita, por esa noble y singular
prerrogativa que engrandece al Señor y es para el hombre manantial de
honor y bendición!…
¡Salud libertadora nuestra! ¡Salud, abismo de gracia, abismo de santidad, abismo de amor y de bendición!…
¡Oh Reina de la paz! haced que llegue
la era dichosa en que no haya en el mundo más que una fe y una
obediencia, en que la Iglesia abarque en su seno maternal razas,
lenguas, climas e imperios, y ejerza sin contradicción ni puro y no
turbado, entonces la tierra tendrá una sola voz para ensalzaros.
Y el himno universal que
armoniosamente se eleve a vuestro luminoso trono, resonará hasta el
último día y seguirá resonando sin fin en los alcázares eternos.