De la concha de Santiago, El Mayor


La concha de vieira,  o del peregrino, es una familia de molusco bivalvo muy común en Galicia. El uso de  esta permitía distinguir a los peregrinos que regresaban a casa,  de los  que  aún iban en el camino  a  visitar  la  tumba  del  apóstol  Santiago.


Aunque  no  hay  certeza  de cómo se  involucró la  concha  en  el caminar  de  los peregrinos,  algunos  han  opinado que  tiene  que  ver  con su uso para beber agua en los ríos y arroyos, debido a la facilidad de llevar siempre una encima. Otros afirman que su uso vino de la mano del asentamiento de mercaderes alrededor de la Catedral, aprovechando el auge de las peregrinaciones en la Edad Media. Estos mercaderes habrían popularizado la venta de conchas de vieira entre los peregrinos; algo así como un recuerdo que llevar con ellos de vuelta a casa. 

Por otro lado, según cuenta la tradición popular, la adopción de la concha de peregrino podría estar relacionada con la vuelta de los discípulos de Santiago el Mayor a la Península en barca para dar sepultura a los restos de su maestro. En su llegada a costas gallegas, los discípulos de Santiago habrían divisado la celebración de una boda en la que se estaba llevando a cabo un particular juego entre jinetes.

El reto consistía en lanzar al aire una especie de lanza mientras el portador cabalgaba a caballo, con el objetivo de hacerse con ella antes de que tocara suelo. Al llegar el turno del novio, la lanza del joven se habría desviado hasta el mar, siendo perseguida por el jinete, que sin querer habría desbocado su caballo, hundiéndose ambos en el agua. Ante el asombro de todos, jinete y caballo aparecerían segundos después sanos y salvos al lado de la barca de los peregrinos; acto seguido, al ir el joven a saludar a los discípulos del Apóstol, éste se dio cuenta de que su cuerpo estaba cubierto de conchas de vieiras.


El hecho de su salvación y su posterior conversión al cristianismo habría sido catalogado como un milagro por parte de los discípulos, que tras la boda seguirían su camino por mar hasta la tumba del Apóstol. Para conmemorar el milagro, se cuenta que se estableció que todo peregrino que hiciera el Camino de Santiago debiera portar una concha de vieira consigo.

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