De la historia de la aparición de la Inmaculada a Sor Barbara Samulowska y a Justyna.

Un 27 de junio de 1877, Justyna Szafryńska, de 13 años, volvía a casa de la iglesia en Gietrzwałd. Por entonces, estaba preparándose para recibir su Primera Comunión y acababa de aprobar un examen supervisado por el párroco, el padre Augustyn Weichsel. Tras escuchar las campanadas del Ángelus, recitó la oración y, de repente, vio una singular luz y una figura vestida de blanco en el arce próximo al presbiterio; la figura estaba sentada en un trono de oro salpicado de perlas.

Un momento después, la joven vio la resplandeciente figura de un ángel con alas doradas, vestido de blanco, un ángel descendido del paraíso. Cuando la joven Justyna rezó el Ave María, la figura se levantó de su trono y ascendió al Cielo junto con el ángel. Así se iniciaron las apariciones de Nuestra Señora, que concluyeron el 16 de septiembre.

La chica relató todo al párroco, que le dijo que volviera a visitar el lugar al día siguiente. Cuando sonaron las campanadas del Ángelus, el arce se iluminó vivamente. Un círculo dorado apareció a su alrededor y un trono de oro apareció sobre este fondo; dos ángeles acompañaban a la Virgen María hasta el trono.
Cuando Nuestra Señora se sentó, otros dos ángeles trajeron al Niño Jesús en una luz celestial y lo depositaron sobre la rodilla izquierda de Nuestra Señora; el Niño sostenía el orbe en la mano izquierda. Otros ángeles sostenían una brillante corona por encima de la cabeza de María. Otro ángel más trajo un espectro dorado y lo sostenía a la derecha de la corona. Otro ángel que rondaba por encima de toda la escena señalaba a la gran cruz sin la figura del Cristo crucificado.




El 30 de junio, Nuestra Señora se apareció sin la compañía de ángeles. También fue el día que la Santísima Virgen se apareció a Barbara Samulowska, de 12 años, que acompañaba a Justyna. Ambas muchachas vivían con familias locales pobres de origen polaco, aunque algunas fuentes mantienen que la familia de Justyna era de origen alemán, algo que no se ha confirmado.

Durante la aparición, Szafryńska preguntó: “¿Qué quieres, Santa María?”. La respuesta que recibió fue la siguiente: “Quiero que reces el Rosario diariamente”. Nuestra Señora habló en el dialecto local, parecido al polaco.

El 1 de julio, Justyna preguntó: “¿Quién eres?”,
y escuchó como respuesta:

 “Soy la Santa Virgen María de la Inmaculada Concepción”.


Conviene tener en cuenta que las apariciones de Gietrzwałd tuvieron lugar unos pocos 20 años después de las de Lourdes, cuando la Madre de Dios dijo a Bernadette Soubirous: “Soy la Inmaculada Concepción”.

 A partir de julio, Szafryńska y Samulowska recibieron la visita diaria de Nuestra Señora durante el servicio vespertino del Rosario. Entre las múltiples y variadas preguntas que hicieron las muchachas sobre la salud y la salvación de varias personas incluyeron la siguiente: “¿Será libre la Iglesia en el Reino de Polonia?”. También quisieron saber si habría nuevos sacerdotes asignados a las parroquias en el sur de Warmia, abandonado tras la Kulturkampf.

Como respuesta, las jóvenes escucharon: “Sí, si el pueblo reza con fervor. ¡Entonces la Iglesia no será perseguida y las parroquias huérfanas recibirán sacerdotes!”.
La noticia de las apariciones atrajo numerosos peregrinos a Gietrzwałd. La primera noticia sobre las apariciones se publicó en el periódico Pielgrzym, publicado en la localidad de Pelpin en 1877. Las celebraciones de tres días de la fiesta de la Natividad de la Santísima Virgen María atrajeron hasta 50.000 fieles a Gietrzwałd.

El 8 de septiembre de 1877, Nuestra Señora bendijo un manantial de donde los peregrinos han extraído agua durante años y que ha traído alivio a los afligidos y provocado una serie de curaciones milagrosas. El 6 de septiembre de 1877, se instaló una capilla con una estatua de Nuestra Señora en el lugar de las apariciones marianas. La figura fue realizada en Múnich.


 
Las apariciones sacudieron los cimientos de la región de Warmia y de la comunidad local. Debido a la posición cada vez más difícil del pueblo polaco en el Estado prusiano, las apariciones se recibieron como una poderosa señal, un símbolo de defensa tanto para los católicos como para la comunidad polaca. Los polacos de todas las tierras anexionadas por las tres superpotencias vecinas empezaron a visitar Gietrzwałd en gran número. El lugar también era visitado por peregrinos alemanes o lituanos, además de por casubios y nativos de Masuria.

Al tiempo que las apariciones contribuían al renacimiento del espíritu nacional polaco, en el sentido religioso tuvieron un atractivo universal, dando lugar al resurgimiento de la vida religiosa y el incremento de la sensibilización y la moralidad religiosas entre los fieles.
Cada año, Gietrzwałd atraía montones de peregrinos el 29 de junio, el 15 de agosto y el 8 de septiembre. El flujo de peregrinos instó a los sucesivos párrocos locales a ampliar el santuario.

Única  aparición en Polonia  aprobada por  la Iglesia, por  el Cardenal Wojtyla, ahora  San Juan Pablo II. La devoción a la Inmaculada, hizo que  cuando el fuera Papa, renovara  la consagración de  toda la Iglesia  a la Inmaculada.